De San José sabemos muy poco, de hecho, casi nada, solo que era “un hombre justo” [Mt 1,19]. Pero se predica mucho, y casi todo lo que se dice de él no es más que especulación basada en románticas definiciones de paternidad.
¿Es relevante hacer eso?
Esta semana tuve siete misas seguidas debido a la pandemia, todas dedicadas a San José. Prediqué una y otra vez a los adolescentes de nuestro colegio, lo me que llevó a pensar y repensar mi homilía.
¿Por qué María conversa con un angel despierta mientras el hombre lo hace en un sueño? ¿Por qué, después de aceptar la invitación del angel, José se desvanece lentamente en los evangelios sin dejar rastro?
A pesar de no saber mucho sobre él, José es quizá el mejor retrato bíblico de la espiritual masculina.
A muchos hombres les da miedo ser padre. En mi experiencia como educador, el numero de padres que huyen de la paternidad es alarmante. También hay quienes se distancian emocional y psicológicamente, incluso se vuelven agresivos. Esto causa un hueco tremendo en el que la ansiedad y los sentimientos de abandono terminan carcomiendo a los demás miembros de la familia.
San José bien retrata esto: era un hombre justo, bueno, pero planeaba retirarse y abandonar a la madre con su hijo. Sin embargo logra entender el plan de Dios cuando su mente se tranquiliza, cuando baja las defensas emocionales. Esto ocurre a través de un sueño.
Sabemos que acepta la responsabilidad, pero luego no sabemos más.
He pensado que quizá esa sea la intención, ¿acaso terminó huyendo? No. Su desvanecimiento tiene la finalidad de conectar con nosotros.
Cada persona tiene una experiencia diferente de paternidad, ya sea como padre, como hijo, o como esposa, cada historia es única. San José crea un espacio vacío en el que cada uno de nosotros puede entrar y abrazar esa historia. El no saber más de él le permite entrar a nuestra realidad.
El sueño de José es el espacio en el que cada uno de nosotros puede traer su propia historia y sanar la ansiedad causada por el miedo a la paternidad, por el abuso o el abandono del padre, por la huida del esposo, o por el haber huido al no saber ser padre.
San José ha creado para nosotros un espacio sagrado donde el angel del señor puede acercarse a nosotros, tocar esa herida propia de la masculinidad, y decirnos: “no tengas miedo”.
¡San José es el antídoto que sana las heridas de la masculinidad!
Él puede ser nuestro padre adoptivo, el mentor, instructor, compañero, capaz de abrazar las heridas causadas por los hombres de nuestra historia.
¿Quién fue San José?
No lo sabemos, y no tratemos de revestirlo con formas románticas de paternidad.
Pero esa noche, cuando el ángel le habló en un sueño, te vio, te miró a los ojos, y aceptó caminar contigo como padre adoptivo.
Para quienes ven en su propio padre un obstáculo para relacionarse con Dios Padre, sepan que primero nos envió un padre adoptivo que puede acompañarnos en esta vida y prepararnos para el gran abrazo amoroso que nuestro verdadero padre en el cielo tiene para nosotros.